Año 2050 - Planeta Tierra
Día 5475 después de la Última Lluvia.

Querida Dra. Frida,
Tengo noticias.

Disculpe que la haya mantenido al margen durante estos meses, era el único modo de mantener en secreto los avances de nuestra última siembra; temía que otra desilusión más consiguiera apartarla de la investigación, y la necesito a mi lado.

Hace cinco semanas una de aquellas semillas raras que me envió comenzó a brotar tímidamente. Como tantas otras veces, solo una había conseguido arraigar. Activé el habitual protocolo de cuidados: observación, distancia y un par de gotas al día. 
Las primeros doce días avanzó a buen ritmo y constante, llegando a alcanzar un tallo de 25cm. Jamás había llegado ninguna tan lejos. El decimotercer día percibí una ligera protuberancia que poco a poco adquirió forma de guisante, no podía contener la ilusión… Me costó mucho no informarle de semejante hito. Poco después me alegré de no haberlo hecho.

Su desarrollo se paralizó; día tras día, hora tras hora, me acercaba a comprobar si había alguna señal que indicara que la eclosión estaba a punto de suceder. Y día tras día, hora tras hora, la encontraba en el mismo estado. No moría, pero no avanzaba.

Estuve repasando obsesivamente cada detalle en los cuadernos de campo, cada anotación de todos estos años, pero era incapaz de comprender cuál era el motivo del estancamiento, qué necesitaba ese pequeño ser para prosperar.

Agotada, abandoné. Las visitas al invernadero fueron reduciéndose, hasta que apenas salía de mi unidad.
Un día, ahogada por la desesperanza y el enfado, me dirigí a la plantación. Y allí seguía ella. Imperturbable, ajena a su relevancia para mejorar este maldito mundo… Entré en cólera.
Arremetí contra las lonas de protección, “Mira, ¡mira lo que hay afuera! Mira la tierra seca, la nada que nos rodea. ¡Muérete si quieres delante de esta desolación!” gritaba tirando abajo la estructura.

Volví rota. Culpable. Había fracasado.

Hasta hoy no he podido reunir el coraje para darle la noticia. Esta mañana me he acercado al invernadero -o lo que queda de él- con la intención enfrentarme a la realidad y recapitular los hechos antes de comunicarle todo lo ocurrido.

Y ahí estaba ella, erguida, vibrante, en medio del desastre. Es preciosa, doctora, tan frágil y tan fuerte a la vez. Sólo necesitaba aire. Aire y perspectiva.

Mañana mismo retomo las tareas, estoy deseando plantar las siguientes.
Le gustará tener compañía.

Un afectuoso abrazo.
Siempre suya,

B.

PD: La he llamado Lora, flor en euskera.

Lora Perennis Lemon Lora Perennis Lemon
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Lora Perennis Tutti Lora Perennis Tutti
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Lora Perennis Blau Lora Perennis Blau
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Lora Aristata Menta Lora Aristata Menta
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